sábado, 22 de septiembre de 2007

Vacaciones 2007 - Capítulo 2: Cuenca


Las Casas Colgadas

Dejamos Teruel y nos dirigimos a Cuenca. La carretera, con suaves curvas, discurre entre un río y montañas. Pasada toda esta accidentada orografía, el paisaje se vuelve llano y extenso, con unos agradables tonos verdes y amarillos brillantes: son hectáreas y más hectáreas de campos de girasoles.

La ciudad de Cuenca no es más que un gran pueblo, o una ciudad pequeña. Los barrios de las afueras disponen de grandes avenidas, plazas... mucho espacio. Nosotros nos dirigimos al centro, donde tenemos el alojamiento para pasar la noche. Cuenca no dispone de mucha oferta hotelera, siendo como es una ciudad perteneciente al Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, y por ello me costó encontrar un alojamiento asequible. Tuvo que ser un hostal de 2 estrellas, que resultó bastante apañado.

Tras dejar las maletas nos dirigimos al casco antiguo, para verlo y para cenar. Lo encontramos con facilidad, a orillas del río Huécar. Subimos por una cuesta bastante larga y nos encontramos al lado de las famosas Casas Colgadas. He de decir que impresiona mucho verlas en directo, y aún más de noche, con la iluminación que les han puesto. Pasamos a través de una de ellas (la llamada "Casa de la Sirena") y caminamos por unas callejuelas oscuras y estrechas por las que no pasa nadie.

Oímos jaleo de gente, como si se tratara de una fiesta, y vamos en su busca. Finalmente, por la Calle del Colmillo, nos encontramos con el origen de tal bullicio, la Plaza Mayor. Ahí, en una impresionante extensión trapezoidal, se encontraban todos los habitantes de Cuenca charlando, tomando algo o cenando. Dimos un pequeño paseo, pasamos por delante de la Catedral, muy bien iluminada, y tras mirar las diferentes terrazas que bordean la plaza, decidimos cenar en uno de ellos. Y no nos arrepentimos, porque ahí es donde he comido el mejor entrecôt de ternera de mi vida. Tras cenar volvemos al hotel, que cae algo lejos.

A la mañana siguiente cargamos el coche y nos dirigimos en él de nuevo al casco viejo para verlo de día. Pasamos por los mismos lugares y alguno más (un callejón que da al Júcar, detrás del Ayuntamiento), y volvemos al coche. He de decir que las vistas desde el centro del puente de San Pablo son impresionantes. Mires hacia donde mires todo es espectacular. Claro que para pasar por ese puente no hay que tener vértigo, ya que es muy estrecho y está a 60 metros de altura.

Una vez visto todo, hago la última foto (la que abre este artículo), nos metemos en el coche, y emprendemos rumbo hasta la siguiente parada.

Aquí podeis ver mis mejores fotos de Cuenca.

2 comentarios:

J. G. dijo...

Estupendo, veo que este verano has andado por buena parte de la geografía.

Saludos de un catalán en Andalucía.

Anónimo dijo...

Desde Almendralejo, invito a Vds. a que visiten mis BLOGS, sus direcciones son: gomato./blogspot/com
11870.com/blog/173
Gracias.-