Entre los millones de páginas del ciberespacio, has ido a toparte con la mía. Está bien... no tiene por qué gustarte, porque habla de mis cosas, de las que me pasan, o de cosas que pienso... pero aquí está, quieras o no.
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domingo, 10 de diciembre de 2006
Se acabó el puente.
Una vista de Barcelona desde Montjuic. Foto tratada mediante HDR.
Bueno... pues se acabó. Y la verdad es que ya era hora, por lo que explicaré a continuación.
Como expliqué en mi anterior artículo, esta semana hemos tenido un invitado a quien teníamos que enseñar nuestro pequeño país. La situación se presentaba bien: el famoso (y temido) puente de la Constitución, con el miércoles y el viernes festivos, y luego el fin de semana. A pesar de que los demás implicados en la aventura trabajaban el jueves, yo me he pedido puente en el trabajo, ¡el primero en 8 años! Así, aunque los demás trabajen, yo puedo estar por el invitado y enseñarle algo.
Pues nada... Llega el martes a última hora, y me despido de los compañeros hasta el próximo lunes, con una sonrisa de oreja a oreja. Pero la fortuna se empieza a torcer. A última hora del martes fallece un familiar muy próximo, por lo que el miércoles estamos de tanatorio, y el jueves (el puente) de tanatorio y entierro. Bueno, pero no pasa nada, que aún nos quedan el viernes y el sábado (el domingo se reserva para el viaje de regreso del invitado).
El viernes empieza bien la cosa. Nos dedicamos a ver Montjuic (hay magníficas fotos de ello en http://www.flickr.com/photos/smb_flickr). Pasamos un poco de frío porque han bajado las temperaturas, y como estamos en diciembre, la noche también cae enseguida. Por la noche salimos a cenar a un conocido y selecto restaurante de la zona alta de la ciudad, donde cenamos bastante bien. Pero no todo iba a ser perfecto. Como he dicho antes, la fortuna nos ha dado la espalda esta semana. A la hora de pagar, entrego la tarjeta de crédito y el DNI a un camarero, y éste me devuelve el DNI diciendo que en este local están por encima de estos detalles y cuidan y respetan al cliente, o sea, que se fían (a pesar que voy en plan vaquero de arriba a abajo, en un local en que todo el mundo viste de marca). A los pocos minutos vuelve el maître con la tarjeta, y leyendo en voz alta y con sorna un aviso que le ha devuelto el datáfono: "tarjeta sospechosa, retenga tarjeta del cliente". Me entrega la tarjeta junto con el aviso, como para hacerme saber que no es broma, y yo me guardo ambas cosas (¡me van a oir en el banco el lunes!) e inmediatamente le pongo en la bandejita la American Express, para que no me tome por quien no soy. Se acabó el problema, pero el tío me ha puesto en evidencia delante de otros clientes. Tras el incidente, salimos a pasarlo bien tomando unas copillas y bailando algo en un par de locales de la zona alta, y nos vamos a dormir.
Al día siguiente, sábado, vamos a visitar la atracción turística número 1 de Catalunya: el museo del Barça. Aparcamos un poco retirados del Nou Camp porque esa tarde hay partido. Hay señales que avisan de la prohibición de aparcar en esas circunstancias, pero todo está lleno de coches como si nada, y el sitio que elegimos para aparcar es una zona azul (gratuíta los fines de semana) al lado de La Masia del Barça. Visitamos el museo, y una hora antes de que cierren nos echan porque va a haber partir (aún faltan horas, por eso). Nos quedamos sin ver los trofeos. Pues nada, hacemos unas compras en la tienda del Barça, pillamos unos bocatas allí mismo (no hemos comido aún), y cuando volvemos a los coches, ¡se los ha llevado la grúa! Y aquello seguía lleno de coches aparcados, y aún llegaban nuevos, y nuestros coches habían sido sustituídos por unas cantonas pegatinas triangulares. Total, que echamos a caminar hacia el Princesa Sofía para coger un par de taxis. Es tal el cabreo que pasamos al lado del autocar del Barça justo cuando van a subir a él los jugadores concentrados, y no nos paramos ni a mirar. Enseguida encontramos 2 taxis libres en la puerta del hotel, y vamos al depósito.
Una vez en el depósito, un "amable" funcionario nos informa que la tasa de la grúa, que hay que pagar si te quieres llevar el coche, es de 137,50€. ¡Qué barbaridad! ¡Por poco más cenamos la noche anterior 5 personas en un restaurante bueno! También nos dice que la multa sube a 30€, pero que si pagamos allí mismo queda en 15€ ¡Qué morro! Total, que pagamos la grúa pero no la multa, que pensamos recurrir aunque perdamos, y volvemos a casa con un cabreo del 15 (al menos el Barça ganó). Nuestro invitado quedó impresionado por el importe de la grúa en Barcelona.
Y hoy domingo, pues nada... la despedida... el balance de estos días... Mejor olvidar. Esperemos que esta mala fortuna repentina vire 180º el día 22. Y yo sigo sin fumar (¡un mes ya!), a pesar de todo.
Hasta otra.
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