martes, 10 de junio de 2008

La Apocalipsis

Tras un largo paréntesis vuelvo a escribir en mi blog, y no es por falta de motivación, sino por falta de tiempo. Hace unos días quería hablar sobre todo el jaleo del agua en Catalunya, pero llegó la lluvia y el asunto se olvidó... Pero de hoy no pasa el hablar de algo, y ese "algo" es el Fin del Mundo, que ha llegado esta semana a España en forma de huelga de transportistas.

De todos es sabido que el precio del barril de petróleo ha experimentado una espectacular subida en las últimas semanas, y que hay un sector de la economía que depende directamente de ello, y es el transporte, y en ese sector quien más lo sufre es el pequeño transportista, que se ve obligado a ajustar sus tarifas por la fuerte competencia y no puede hacer frente a la subida del petróleo.

Y tal es así que en el momento que escribo esto llevamos 46 horas de huelga indefinida de transportistas, que principalmente se ha traducido en atascos intermitentes en las principales carreteras, y sobre todo en desabastecimiento de productos de primera necesidad, como son combustibles y alimentos, a causa de la acción de los piquetes "informativos" que no permiten abastecer gasolineras ni comercios.

En cuanto se especuló la posibilidad de la huelga y la posibilidad de ese desabastecimiento, los ciudadanos empezaron a acaparar, con lo cual más de la mitad de gasolineras de Catalunya están cerradas en este momento por falta de combustible, aunque se están haciendo repartos con varias cubas escoltadas por la policía. Y hace un momento he entrado en un supermercado de una conocida cadena para comprar algo que comer, y he tenido que salir con el carro vacío porque no había nada en las estanterías. Ni frutas, ni verduras, ni fiambres, ni carnes, ni agua... La visión de los lineales vacíos me ha recordado estas películas apocalípticas de desastres a nivel mundial. Una auténtica apocalipsis.

También hay otros sectores que se ven afectados, aquellos que dependen del transporte y que por culpa de la huelga no disponen de género para vender, o no pueden entregarlo a los clientes. Fábricas, comercios, restaurantes...

Y esta situación ya está crispando al ciudadano normal que está sufriendo todos estos efectos colaterales, este ciudadano normal para el que también ha subido el combustible igual que a los transportistas, que además le ha subido la hipoteca, y que encima tiene que sufrir todo esto. Y este ciudadano sabe que el sector del transporte en España ha tenido una época dorada, de auge, en que se ha hecho mucho dinero... pero ahora el exceso de competencia y la subida del petróleo asfixian el sector, y piden ayuda a Papá Estado.

El caso es que el problema no es local, sino global. El Estado no fija el precio del barril de petróleo, y no tiene mucha libertad para fijar la carga impositiva, que viene regulada desde Europa. En cualquier caso una rebaja de impuestos indirectos sobre los combustibles debería ser compensada por otro lado, con lo que al final seguiríamos pagando igual.

Todo apunta a que el origen del alza del precio del petróleo está en la elevadísima demanda de las economías emergentes, países asiáticos como China o India con un apetito voraz de combustible para alimentar sus industrias. Y el petróleo es un recurso limitado, que se agota y que cada vez resulta más caro extraer. Los países productores no aumentan la producción, seguramente porque son conocedores de sus reservas, y ese aumento de demanda hace subir el precio.

Por otro lado el sector del transporte en España se basa principalmente en la carretera. La red ferroviaria de mercancías, en su día suficiente, no ha evolucionado en años, al contrario de la de pasajeros, que recibe importantes inversiones. El reto es implementar los trenes de alta velocidad en todo el territorio. Da más dinero un vagón lleno de pasajeros que un vagón con manzanas, o con un contenedor de tornillos.

El transporte de mercancías en los países punteros de Europa se basa en el ferrocarril. Una buena red ferroviaria que interconecte los centros logísticos importantes con puertos, aeropuertos y fronteras es esencial para un transporte fluído y eficaz de mercancías. Un solo tren puede llevar 40 contenedores de una punta a otra del país en menos tiempo que 40 camiones pesados, con un coste muy inferior y con menos contaminación. Sin duda es la solución ideal, y sólo falta que alguien se ponga manos a la obra.

Toda esta disertación me lleva a pensar que aunque se consiga alguna solución para el conflicto actual, sólo será un parche, y en breve volveremos a las andadas. Estamos en una época de crisis energética, y el sector del transporte por carretera también está en una crisis irreversible. Habrá que pensar en alguna reconversión del sector, como ya se ha hecho con la industria siderúrgica, la minería, la naval... Está claro que los grandes camiones tienen los días contados, al menos para largo recorrido.

Y por ahora nada más. Esto me ha servido para desahogarme y de paso expresar mi opinión. Hasta la próxima, que no sé cuándo será...